La primavera árabe ¿fue realmente una primavera?

*Por Pablo Jaruf.

Esta semana nuestro blog cumple un año. No fue sencillo llevarlo adelante, pero pudimos publicar un total de 82 notas en doce meses. El jueves 11 de noviembre festejaremos este primer aniversario realizando una actividad dedicada a la primavera árabe junto a otros docentes de nuestra casa de estudios: el Instituto Superior del Profesorado "Dr. Joaquín V. González", de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Nuestro objetivo es debatir y ponderar el significado de este acontecimiento (o conjunto de acontecimientos) a una década de su comienzo. No se trata de una actividad dedicada a especialistas sino, todo lo contrario, abierta al público general interesado, especialmente a estudiantes y graduados de la carrera del profesorado en Historia.

(Fuente: moderndiplomacy.eu)

La primavera árabe incluye una serie diversa de temas interrelacionados que pueden ser abordados desde distintos puntos de vista. Por ejemplo, un tema es el mundo árabe, entidad histórica en permanente cambio que, en virtud de esta primavera, bien puede ser redefinida, en el sentido de volver a repensar cuáles son los elementos que constituyen aquello que llamamos la arabidad. Con base en lo anterior, bien podríamos preguntarnos, entonces ¿qué tuvo de árabe dicha primavera? Al respecto, cabe destacar que en algunos de estos países hay un importante componente demográfico no árabe, como el caso de los kurdos en Irak, o bien que, a la hora de las autopercepciones, algunos árabes anteponen sus identidades confesionales o locales, como los huzíes en Yemen.

Se suele considerar a la inmolación de Mohamed Bouazizi, un vendedor de frutas tunecino, el 17 de diciembre de 2010, como la mecha que desató las protestas que rápidamente se extendieron a otros países del norte de África y de Oriente Medio. Este efecto contagio es justamente lo que llevó a hablar de una "ola" que hizo tambalear a todos los gobiernos, algunos cayendo definitivamente, otros resistiendo y, finalmente, algunos sumergiéndose en una guerra civil. Hace tiempo que en la historiografía ha ganado lugar el enfoque de la historia global, cuyo objeto de estudio es la forma en cómo se establecen vínculos de escala global y el impacto que los mismos generan en las distintas sociedades. Pues bien, la primavera árabe pareciera ser un caso de estudio privilegiado para este tipo de enfoque, pues todos los analistas coinciden en el rol fundamental que desempeñaron las redes sociales en la organización de las protestas, así como también de los medios de comunicación, especialmente la señal qatarí Al-Jazeera.

Otro tema de relevancia es la participación multitudinaria de distintos sectores sociales, destacando la participación de las mujeres y de los jóvenes. Dentro de la larga lista de reclamos de los manifestantes, comenzó a ocupar un plano importante el feminismo, volviéndose también un actor fundamental en el mundo árabe desde allí en adelante. Esta nueva experiencia dio lugar a una pluralidad de prácticas y de discursos que ya han ganado la calle, por lo que todos los nuevos gobiernos deben incluir sus demandas, lo que a veces constituye el centro de las disputas cuando toma el poder algún grupo islamista. De todas maneras, también ha terminado de consolidarse lo que algunos llaman feminismos islámicos, los cuales basan sus planteos en una relectura de las distintas fuentes de la sharía.

La madre y las hermanas de Bouazizi, con carteles de retratos suyos (fuente: abc.es).

Ahora bien, un tema en que nos gustaría detenernos en esta nota es en la propia denominación de primavera para este acontecimiento. Según consta en los documentos, el primer lugar donde se utilizó esta expresión para referirse a los hechos que estaban sucediendo en Túnez a fines de 2020 fue en la revista Foreign Policy, en un artículo de Marc Lynch titulado "La primavera árabe de Obama". Se trata, por lo tanto, de una revista y de un periodista estadounidense. Vemos así que la denominación no proviene de los propios manifestantes. Sucede que otro de los aspectos a tener en cuenta cuando hablamos del mundo árabe es que muchas veces no accedemos de manera directa a sus testimonios, sino a través de los medios o de la academia occidental, que traduce aquella realidad a partir de sus propias ideas y conceptos, a veces alejadas de la experiencia y mirada de los verdaderos actores.

El empleo de la expresión "primavera árabe" por parte de Marc Lynch, así como su vinculación directa con la administración del presidente Obama, se debía a que estaba comparando los acontecimientos de 2010 con los de 2005, que fue cuando en realidad se utilizó por primera vez dicha expresión. Resulta que los conservadores estadounidenses comenzaron a impulsar lo que ellos mismos llamaron una "primavera árabe", luego de dos años de la invasión a Irak, como medio para apoyar la gestión de Bush hijo y de impulsar una "agenda de la libertad". En 2005 se promulgó la nueva constitución de Irak y otros países comenzaron a impulsar tímidas reformas, como las elecciones municipales en Arabia Saudita o el voto femenino en Kuwait, entre otras medidas. Pero esta primera "oleada" se apagó pronto y hubo que esperar cinco años hasta los acontecimientos de Túnez, cuando, los analistas estadounidenses, una vez más, en lugar de atribuir estos cambios a la agencia de los propios árabes, la atribuyeron a la política internacional de su presidente.

Caricatura publicada el 20 de mayo de 2011 en The Denver Post.

Otro problema del concepto es que articulaba estas novedades, no con el mundo árabe, sino con la historia europea, estableciendo vínculos con otras "primaveras" anteriores, como la de Praga en 1968, hasta llegar a la llamada "primavera de los pueblos" de mediados del siglo XIX, en 1848. Otra semejanza es que el término había sido empleado por los medios y la academia occidental para referirse a acontecimientos que sucedían dentro del bloque socialista, señalando que las protestas que pedían por mayor libertad y democracia coincidían con los valores del mundo occidental. No sorprende, por lo tanto, que los analistas occidentales hayan leído lo que sucedía en Túnez y otros países a partir de sus ideas, revalidando así sus propios valores.

Una consecuencia del empleo de esta metáfora estacional, es que la supuesta primavera -salvo contadas excepciones- rápidamente habría dado paso a un otoño hasta llegar a lo que algunos llaman un invierno islamista. Esta situación genera la impresión de fracaso, de un rumbo perdido, donde las demandas por una mayor libertad y democracia no parecen haber tenido eco sino, todo lo contrario, terminaron por empeorar la situación de las poblaciones árabes. Esta impresión se ve acentuada cuando uno observa la situación en Libia, en Yemen o en Siria, donde cruentas guerras civiles han disparado crisis humanitarias sin parangones en la región. No obstante, al analizar cada uno de estos escenarios, cabe dudar de la relación directa entre las supuestas "primaveras" y los acontecimientos posteriores, pues la participación directa de actores ajenos, como la intervención militar de la OTAN contra Gadafi en Libia o el bombardeo saudí sobre las fuerzas de Alí Abdalá Saleh en Yemen, apuntan a intereses geopolíticos muy alejados de las demandas de los manifestantes.

Mapa elaborado por The Economist en lo que Jacqui Kenyon llama "el fracaso de la primavera árabe".

En conclusión, si bien la expresión "primavera árabe" nos sirve, en primera instancia, para poder referirnos a los sucesos que comenzaron a darse en el norte de África y Oriente Medio desde fines de 2010 en adelante, en segundo instancia, provoca quizás una deformación, debido al uso de lentes occidentales, de la verdadera naturaleza del proceso, pues, al fin y al cabo ¿qué habría tenido de "primavera" o de "árabe" tales acontecimientos? La complejidad de estas regiones, así como de los hechos que sucedieron y suceden allí, no parecen ser capturados en su esencia a partir de esta metáfora, por lo que, para lograr una mejor comprensión, quizás haya que abandonar esta terminología de manera definitiva.

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