La desolación: crítica de la película india "El intermediario" (1976), de Satyajit Ray

*Por Alan Eloy Tévez

La última entrega de la Trilogía de Calcuta constituye, a su vez, la pieza más sombría y cínica del director indio Satyajit Ray. El Intermediario (Jana Aranya, en bengalí) es una adaptación de la novela homónima del escritor Mani Shankar Mukherjee, y tiene como protagonista a un joven llamado Somnath, quien trabaja como proveedor de pedidos a comisión y debe enfrentar el dilema de ser un hombre honesto o entregarse a la corrupción.

Calcuta, India, mediados de los setenta. En el aula de una universidad, los profesores desfilan por el recinto y ven a los estudiantes que se copian descaradamente durante un examen. Se observan pintadas en las paredes con consignas en bengalí y esténciles con el rostro de Mao Tse-Tung como marca del clima de época: la violencia política de la guerrilla maoísta naxalita durante la década del setenta. El profesor que está sentado, cuando ve que dos alumnos se pasan un objeto entre sí, pregunta “¿Qué está sucediendo?”, a lo que los alumnos responden con descaro “¡Exámenes! ¿Qué más?” y todos ellos echan a reír ruidosamente.

Uno de los estudiantes en el examen es un joven de veinticuatro años llamado Somnath Banerjee (interpretación de Pradip Mukherjee). En la siguiente escena, un profesor de la universidad tiene que corregir la prueba con luz artificial por la noche y no puede hacerlo porque el aumento de sus anteojos no es suficiente para ver la pequeña letra de Somnath, por lo cual, azarosamente, va corrigiendo las demás respuestas. Vemos en este cuadro las dificultades económicas que atravesaban los educadores en aquellos tiempos (el profesor no podía comprarse anteojos de mayor aumento), y cómo este hecho influirá en el derrotero posterior del protagonista.

A pesar de terminar sus estudios superiores, el joven no puede aspirar a un mejor empleo por no haber recibido honores. Su novia, ante la presión que recibe por parte de su familia para casarse, le deja por un doctor con una situación más establecida. El joven debe procurar su independencia económica, para lo cual llena varias solicitudes de empleo y asiste a entrevistas en las cuales le hacen preguntas de lo más absurdas (a finales de los setenta, el desempleo masivo ya era norma en todo el mundo). Su padre, un hombre honrado de clase media, se preocupa ante el posible futuro de su hijo, su hermano Bhombol trabaja en una oficina, pero Somnath no quiere trabajar con él, mientras que su cuñada Kamala (quien es a la vez su confidente) es quien le impulsa a seguir buscando su propio camino. La madre de ambos hermanos ha muerto hace tiempo.

Confundido y desorientado, se encuentra dando vueltas por la ciudad cuando se encuentra por casualidad con un conocido llamado Bishu. Este le propone trabajar como proveedor de pedidos a comisión. En la jerga bengalí, la palabra que designa al intermediario es ‘dalaal’, que significa tanto corredor como proxeneta, según el contexto. Somnath comienza a ganar dinero rápidamente y se lo enseña a su amigo Sukumar, quien vive en un barrio pobre, pero prefiere manejar un taxi antes que hacer negocios.

Aun así, el dinero que gana el joven no es suficiente, e irá conociendo las malas artes del negocio. Tratará de cerrar un contrato con el encargado de compras de una fábrica de algodón que ofrece cierta resistencia. Ante esto, un consultor de relaciones públicas, el señor Mitter (excelente actuación de Rabi Ghosh), le propone llevarle a este hombre una prostituta, lo cual garantizaría el trato. Acá es donde comenzará el dilema de Somnath, quien no sabe qué camino debe tomar, ya que hacer algo así le parece deshonroso. Mitter lo tiene bien claro cuando le pregunta: “¿Alguien ha sido recompensado por su santidad?".

El Intermediario (-1976-, adaptación de la novela homónima de Mani Shankar Mukherjee), es la tercera y última entrega de la Trilogía de Calcuta, la cual componen también El Adversario (1970) y Compañía Limitada (1971). Todas las películas de la trilogía presentan a jóvenes idealistas que se enfrentan a dilemas morales en su intento de sobrevivir en la metrópolis. La estética del film es cercana al neorrealismo italiano, de un riguroso blanco y negro, y la narración se refuerza con contados flashbacks.

En esta cinta Ray no deja un ápice de optimismo. El gusto amargo y cínico del comienzo se convierte en desolación total con los golpes constantes que ofrece la narración. El clima creado resulta sumamente frustrante al ver que tanto en la educación, el trabajo o el espíritu emprendedor, la deshonestidad y la falta de moral son la norma. La gran ciudad se devora al hombre con ideales. Como le hace ver otro intermediario a Somnath: “En este juego, no hay que mostrar todas las cartas”. Y a la hora de decidir, cada cual debe hacerlo en una absoluta soledad.

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