*Por Pablo Jaruf.
En una nota anterior explicamos que los enfrentamientos que se desataron entre israelíes y palestinos eran resultado de una escalada que tuvo como detonante una serie de hechos ocurridos a principios de mayo en Jerusalén Este. Los conflictos se multiplicaron en distintas ciudades, como por ejemplo Lod, cuando los llamados árabes israelíes -muchos de los cuales se reconocen como palestinos-, se manifestaron de forma violenta, lo mismo que sectores judíos ultraortodoxos radicales, a lo que se sumó la habitual represión policial, cuyo efecto fue radicalizar aún más las protestas. La gravedad de la situación obligó al presidente israelí, Reuven Rivlin, a pedir que se termine de una vez lo que él mismo calificó como una guerra civil. Al mismo tiempo, esta coyuntura sirvió como excusa para que Hamas iniciara el lanzamiento sorpresivo de miles de misiles, lo que puso al límite el Domo de Hierro, provocando destrozos y muertes de civiles inocentes. Israel, por supuesto, respondió con dureza, iniciando una operación que provocó la destrucción de manzanas enteras de casas y torres de oficinas, casi 2000 heridos y más de 200 muertes, entre los que se incluyen 65 niños y 39 mujeres. De esta manera, lo que hasta el momento eran enfrentamientos que se daban básicamente en Jerusalén Este y al interior de Israel, se convirtió en una guerra abierta entre este país y Hamas, provocando que la atención orbitará en relación a este último enfrentamiento, dejando en segundo plano la situación social que venía atravesando el país hacía meses y semanas.
Mientras tanto, el gobierno egipcio tomaba cartas en el asunto y procedía a negociar un alto al fuego entre ambas partes "recíproco, simultáneo y sin condiciones", lo que fue aceptado por el Gabinete de Seguridad israelí la noche del jueves 20 y comenzó a entrar en vigor la madrugada del viernes 21. Lo anterior coincidió con el viaje a Qatar del enviado de Naciones Unidas para Oriente Próximo, Tor Wennesland, donde se reunió con Ismail Haniya, el máximo líder de Hamas. El Comité Internacional de la Cruz Roja y la Organización Mundial de la Salud manifestaron su satisfacción con el acuerdo, pues venían solicitando un cese de hostilidades para que la población civil tuviera un respiro. Inmediatamente, los palestinos salieron a las calles a festejar, pero, una vez más, tuvieron que sufrir la represión en la Explanada de las Mezquitas, por lo que resultaron heridos veinte manifestantes, dos de ellos siendo hospitalizados. En los días siguientes, la población de Gaza se reunió para comenzar a limpiar y remover los escombros, para así volver lentamente a algo parecido a la normalidad.
A su vez, al interior de Israel, las voces que pedían por la paz comenzaron a multiplicarse. Por ejemplo, el sábado 22, miles de personas marcharon en Tel Aviv, una de las ciudades más afectadas por los misiles de Hamas, para pedir por la coexistencia pacífica entre palestinos e israelíes. Algunas de las consignas de la manifestación eran "Este es el hogar de todos nosotros" y "Estamos juntos sin odio y sin miedo". Participaron distintas organizaciones, como “Omdim Beyajad” (Estamos juntos), “Semillas de Paz”, y diputados del partido Meretz y de la Lista Conjunta árabe. Entre los oradores estuvo David Grossman, famoso escritor israelí. El viernes 28, en la misma ciudad, se organizó una carrera por la paz, cuya consigna fue la coexistencia entre árabes e israelíes, donde participaron más de 250 personas a lo largo de 7 km.
El jueves 27, en una decisión sin precedentes, el diario israelí Haaretz publicó en su tapa las fotos de los niños asesinados en Gaza, lo que fue reproducido en distintos medios internacionales, como por ejemplo The New York Times. Las críticas llegaron rápidamente, principalmente de Oded Revivi, alcalde de la ciudad de Efrat en Gush Etzion y alto funcionario del Consejo Yesha, organización que nuclea a los asentamientos ilegales en Cisjordania. Si bien apenas un día antes, el miércoles 26, había declarado que los israelíes debían aceptar convivir en paz con sus vecinos palestinos, no perdió oportunidad de criticar al periódico, sosteniendo que debería haber incluido a los niños israelíes muertos también pues, de no haber sido por el Domo de Hierro, los decesos de inocentes hubieran sido muchos más de los que hubo en Gaza. Acusaciones como éstas obligaron al periódico a pedir disculpas. De todas formas, significó un paso importante en el cambio de actitud de muchos israelíes en lo que respecta al conflicto. Un ejemplo es la actriz Gal Gadot, quien en 2014, ante acontecimientos semejantes, twitteaba sólo en apoyo de Israel, pero ahora pide por la paz y la seguridad y la paz de ambos pueblos.
En lo que respecta al resto del mundo, cada vez son más los judíos que se distancian del Estado de Israel. Un ejemplo es el filósofo Guy Sorman, quien hace unas horas sostuvo la necesidad de crear una federación judeopalestina según el modelo suizo, lo que no solo permitiría la unión y la convivencia, sino que también sería una lección para los déspotas árabes, hoy fieles aliados de Israel. Por su parte, el jueves 27 se realizó un foro internacional titulado "Raíces judías contra genocidio en Palestina", donde participaron distintas personalidades de América Latina y el Caribe. En su pronunciamiento sostuvieron que "como descendientes de judíos, sentimos el deber de manifestarnos contra el avasallamiento y el riesgo de exterminio que el pueblo de Palestina sufre hoy en día. Lo hacemos conscientes de que el Estado de Israel comete estas atrocidades en nombre de los judíos del mundo. Entonces es nuestro deber pronunciarnos contra el secuestro que el movimiento sionista ha hecho de nuestras diversidades. Y rechazar una y otra vez la construcción de una teología política que desnaturaliza nuestros compromisos históricos de lucha que nos unen a movimientos de liberación y de resistencia contra las opresiones en todo el mundo."
Declaraciones como las anteriores sirven para diferenciar claramente lo que es la política de un Estado con apenas 70 años de existencia, de los valores de una religión con miles de años cuyos adeptos han vivido prácticamente toda su historia en distintos partes del mundo. Al contrario, las críticas al Estado de Israel están llevando a una fuerte desunión entre los judíos, desembocando entonces en lo opuesto al deseo de unidad expresado en los orígenes del sionismo. Cada día es más evidente que el judaísmo es utilizado como excusa para seguir negando sus derechos a los palestinos. Recordemos que al día de la fecha hay 139 países que reconocen a Palestina como Estado soberano, pero todavía no logra la incorporación plena a la ONU por no contar con el voto del Consejo de Seguridad, donde se necesita el visto bueno norteamericano. No cabe la menor duda de que si Israel y los EE. UU. lo aceptan, esto disminuiría notablemente las tensiones y se sentarían las bases para establecer una paz duradera y abordar entonces los problemas de fondo.
El jueves 27, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU votó por la creación de una comisión para investigar presuntos crímenes cometidos durante las operaciones israelíes en Gaza. Entre los países de habla hispana, votaron a favor Argentina, Bolivia, Cuba, México y Venezuela. Solo votó en contra Uruguay, mientras que el resto se abstuvo. Como era de esperar, Benjamín Netanyahu acusó a todos estos países de cometer un acto vergonzoso. Sin embargo, lo cierto es que esto representa una oportunidad para que los ciudadanos de Israel conozcan mejor la naturaleza de las operaciones militares y en función de esta información tomen la decisión que mejor les parezca en las próximas elecciones. Iniciativas como la anterior permiten que en futuros enfrentamientos se utilice la fuerza de forma más medida, para evitar así más muertes de inocentes.
Pero los cambios se detienen aquí: el domingo 30 de marzo, Naftali Bennet, líder del partido de ultraderecha Yamina, anunció una alianza con Yair Lapid, líder del partido de centroderecha Yesh Atid, gracias al cual logran desbancar a Netanyahu del cargo de primer ministro. Finalmente, se cumple el objetivo de la mayor parte de la ciudadanía israelí, que era que Bibi dejará de ocupar el cargo que venía controlando desde hacía doce años. De todas formas, es evidente que esta alianza nuclea a fuerzas distintas que quizás resulten en una nueva inestabilidad, a lo que se suma el fortalecimiento de los sectores radicalizados ultraortodoxos, que piden la anexión de partes en Cisjordania, territorio que, por los Acuerdos de Oslo, le corresponde a los palestinos.
Falta ver cómo esta novedad de último momento impactará en la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que estos tiempos se ha sentido casi como un convidado de piedra, al no formar parte directa de las negociaciones que Israel estaba llevando a cabo con Egipto y éste con Hamas, lo mismo que el equipo diplomático de la ONU en Qatar. Hace tiempo que la ANP parece haber perdido la iniciativa política, dejándola en manos de Hamas, quienes el contrario no dudan en hacer uso de la violencia para forzar las decisiones de sus enemigos y aliados. Las disidencias al interior de la clase política parecen agudizarse, por lo que cada vez más se recurre al rol de la diáspora palestina y el apoyo de las organizaciones internacionales, quienes son las que parecen representar más fielmente el sentir de los palestinos. En efecto, fue gracias a las enormes manifestaciones en distintas partes del mundo lo que obligó a Joe Biden, presidente de EE. UU., a pedirle a Netanyahu que interrumpa cuanto antes las operaciones militares.
Si bien estos últimos días se produjeron algunos pocos incidentes entre fundamentalistas islámicos y judíos ultraortodoxos, así como también continuó el tono agresivo tanto del gobierno israelí como de los líderes de Hamas, lo cierto es que estos días de paz ofrecieron la oportunidad para que otras voces se hagan escuchar, las que creemos representan los deseos de la mayoría, quienes piden paz y convivencia. Puede ser que esta tregua sea frágil y que en cualquier momento se reanuden los enfrentamientos. Conviene remarcar que los problemas que llevaron a este recrudecimiento siguen activos: la situación en Sheij Jarrah, en la Explanada de las Mezquitas, el estatus de Jerusalén Este, entre otras. Pero, quizás sea momento de que los medios de comunicación dejen de prestar sus micrófonos a aquellos que justifican la guerra o piden por la expulsión, para dárselos a esas otras personas que saben que viviendo en armonía y en estrecha colaboración, podrán encontrar la manera de solucionar sus problemas y salir adelante.
Comentarios
Publicar un comentario