*Por Paula Escobar
Una famosa artista estadounidense escribió en una de sus canciones que la música une a las personas. En esta nota les contaremos sobre cómo la música electrónica formó lazos entre dos ciudades golpeadas por la guerra y/o la catástrofe así como supo transformarse en medio de vida y de expresión cultural para víctimas de estas tragedias.
Hace más de doce años comenzó en Siria, ubicado en Oriente Próximo sobre el Mar Mediterráneo, una guerra civil. Por ese entonces la población de numerosos países del llamado mundo árabe se levantaron contra sus gobiernos en busca de una mayor democracia y transparencia política. El primer caso tuvo lugar en Túnez en 2010. En Siria, la inestabilidad política y social hicieron posible el enfrentamiento de facciones que llevó a una guerra de la cual su pueblo sufre las consecuencias hasta hoy.
Hacia el norte del país, la ciudad de Alepo al igual que el sureste de Turquía fueron golpeados fuertemente por una serie de terremotos el pasado 6 de febrero. Por desgracia, el saldo fue de decenas de miles de muertos. Este hecho sumado al conflicto bélico parecen alimentar una idea fatalista del país sirio. Sin embargo, descubrimos que en este contexto, numerosos sobrevivientes pudieron trasladar sus costumbres y medios de vida del otro lado de la frontera, hacia la ciudad turca de Gaziantep. A solo dos horas de distancia, los y las djs consiguen romper las barreras lingüísticas y culturales.
Desde 2011, aproximadamente 3.7 millones de personas se han refugiado en Turquía, de los cuales 500.000 viven hoy en Gaziantep. Debido a su proximidad Gaziantep y Alepo tienen mucho en común, como son la religión, la arquitectura típica otomana de S XIX, y sus aromas culinarios en las calles de adoquín. Si bien la gran afluencia de refugiados ha sido causa de tensión, también ha recreado la apariencia de la ciudad, con la apertura de locales y cafés sirios que usualmente cuentan con música en vivo promoviendo también una mayor integración.
Rami Magharbeh, fundador de la organización Douzan Art and Culture en Gaziantep, que preserva las artes de las personas sirias exiliadas, explica que entre las pocas cosas que han podido trasladar en el conflicto se encuentra su patrimonio cultural. La música electrónica es parte del potencial artístico que comenzaba a aflorar cuando la guerra estalló en Siria. Batoul Mohammad, productora musical y dj de 36 años también decidió emigrar de la ciudad siria de Homs en 2013 y cruzar hacia Turquía donde hoy logra recrear la atmósfera electrónica que asomaba en Alepo cuando tenía 25 años de edad.
Y así como Gaziantep ha adoptado elementos sirios como parte de sus calles y su cultura, Siria tiene una peculiar conexión con Argentina: la pasión por la yerba mate. Tal es así que pelea un primer puesto como importador mundial con Uruguay. En Siria se acostumbra que cada persona tenga su mate pero se toma usualmente en reuniones y situaciones grupales. Todo indica que esta tradición fue importada a principios del siglo XX por viajantes sirios que regresaron a su tierra desde América Latina.
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