La alienación: reseña de la película japonesa "El rostro ajeno" (1966)



Basada en la novela homónima de Kobo Abe (quien colaboró en la elaboración del guión), El rostro ajeno es un film que expone el problema de la identidad  y la alienación en las grandes urbes industriales. Con un estilo que mezcla ciencia ficción, terror y reflexión existencial, el director Hiroshi Teshigahara nos trae la historia de un ingeniero que, tras quedar desfigurado en un accidente, decide utilizar una máscara con la cual buscará convertirse en una persona diferente.

Por Alan E. Tevez

El grupo argentino de rock Manal tenía una canción titulada Qué pena me das,  el cual contenía los siguientes versos: “A donde vayas, irá siempre tras de ti, / tu propio yo a seguirte hasta tu fin”. En aquella letra escrita por el baterista Javier Martínez estaba la idea de que no es posible escapar de uno mismo aunque se intente ser otra persona. Por más cambios que uno pueda hacer, hay algo que permanece inalterable y vuelve único al individuo. ¿Pero cómo se puede conjugar esta idea de individualidad con la vida de las grandes urbes industriales? En el film El Rostro Ajeno (Tanin No Kao, en japonés), estrenado en 1966, dirigido por Hiroshi Teshigahara y guionado por el reconocido escritor Kobo Abe, esta temática se hace central con el barniz siniestro que siempre caracteriza a las obras de Abe.

En la escena se muestra una mano artificial, y la voz en off comienza su explicación mientras se toma un dedo: “No es sólo un dedo. Es un complejo de inferioridad con forma de dedo. No es el dedo lo que sometí a tratamiento. Soy psiquiatra. Sólo he tapado un hueco mental”. Se suceden imágenes con fotografías de rostros cuyo número aumenta, y luego, el paisaje de una multitud que avanza en la oscuridad de la ciudad. Cada rostro es diferente mirado de cerca, pero esa diferencia parece perderse en el trajín que lleva la multitud. La multitud se caracteriza por su movimiento incesante y esto implica el no poder detenerse ante ningún rostro en particular, ante ninguna persona.




Pero esto último no es lo que sucede con un ingeniero llamado Okuyama (interpretado por Tatsuya Nakadai): su rostro es notado por las personas en la calle porque lo tiene cubierto con vendas. Un terrible accidente en su trabajo lo desfiguró y esto lo ha dejado –según sus propias palabras- en el exilio, en la oscuridad. Este cambio también ha modificado su manera de ser, volviéndose más hosco, huraño y sarcástico con las personas, sobre todo con su mujer (Machiko Kyo), por quien se siente rechazado físicamente, pero quizás esto en realidad se deba a que él está constantemente a la defensiva con ella. Para Okuyama la cara es la puerta por la cual uno se comunica con el mundo. Un rostro desfigurado no puede comunicarse con el mundo. Su esposa le responde: “Los ojos no están sólo para mirar las caras de la gente”.

Okuyama acude a un médico psiquiatra (Mikijiro Hira), quien le propone realizar una operación con la cual se le colocará un nuevo rostro artificial, pero la máscara sólo podrá ser utilizada temporalmente. Como subtrama se presenta la historia de una chica que tiene una herida en su rostro. Los hombres y los niños se acercan a ella en varias situaciones porque su rostro es muy bello, pero oculta tras su pelo una gran cicatriz que los hace alejarse con repulsión y tildarla de “monstruo”. Ella, a diferencia de Okuyama, se acepta a sí misma, pero choca con el aislamiento al que la someten los demás. 



Al principio, el ingeniero se siente extraño con la máscara, le comenta al psiquiatra que todo se siente terriblemente lejano. La intención del psiquiatra, es que Okuyama pueda adquirir una nueva identidad, un nuevo nombre, orientación u ocupación, que se convierta en un hombre nuevo y que adquiera una mayor libertad. La intención de Okuyama no es tanto escapar de sí mismo con el nuevo rostro, sino el poner celosa a su esposa, cosa que antes no había logrado. Sin embargo, irán surgiendo diversas circunstancias que se volverán en contra de ambos.

El Rostro Ajeno es un film que se inscribe en la corriente estética de la Nouvelle vague japonesa. Dicha corriente se propuso renovar las formas estéticas en el cine japonés y traer temáticas más incómodas a este. En este filme, Teshigahara y Abe formaron un tándem de director y guionista al igual que en La mujer de la arena (1965) y El hombre sin mapa (1968), ambas adaptaciones de novelas escritas por Abe. La apuesta visual es sin duda uno de los grandes logros de esta película que mezcla ciencia ficción y terror, pero lo más destacable son los diálogos que potencian su reflexión existencial.

Teshigahara y Abe no fallan a la hora de exponer el problema de la identidad en las grandes ciudades. El individuo perdido en la gran masa que busca el lucro día tras día, resigna su espíritu por ello y no puede encontrarse a sí mismo. En el caso de Okuyama, la única forma que encuentra es ponerse una máscara para poder reinventar ese nexo con el mundo. Una forma de adquirir una mayor libertad abandonando su anterior identidad. Pero esto tal vez no pueda resultar ya que, como reza la letra de Manal: “No escaparás, / de ti no escaparás, / no engañarás/ al que engaña a los demás”.    


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Ver película, con subtítulos en inglés: https://www.youtube.com/watch?v=iI-uorZVy0E

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