La Injusticia: reseña de la película filipina "Manila en las garras de las tinieblas" (1975)




Considerada la mejor película filipina de todos los tiempos, Manila en las garras de las tinieblas (1975) narra las desventuras de un trabajador de la construcción que debe hacer frente a toda clase de injusticias con tal de sobrevivir en la gran ciudad. Su objetivo es el de encontrar en la capital a su novia desaparecida. El film de Lino Brocka fue apadrinado por el director estadounidense Martin Scorsese para su restauración en 2013. Por Alan E. Tevez.

El blanco y negro que muestra las calles de Manila se torna coloreado y nos muestra a su protagonista con la mirada fija en algún punto indeterminado y un cartel arriba suyo que señala la calle “Misericordia” (en Filipinas, el idioma más hablado es el tagalo, lengua austronesia que toma varios préstamos del español porque las islas fueron conquistadas por los españoles de 1564 a 1898). Este fotograma, de forma irónica, nos adelanta algo de lo que vendrá próximamente en Manila: en las garras de las tinieblas (Maynila: Sa mga kuko ng liwanag, en tagalo) el desasosegante film dirigido por Lino Brocka, estrenado en 1975 durante los años del corrupto dictador Ferdinand Marcos (quien gobernó el país desde 1965 hasta 1986). 

Julio Madiaga (actuación de Bembol Roco), es un joven provinciano que busca trabajo en la construcción. Al comienzo encuentra uno en el que la paga es pésima (le pagan 2,50 pesos filipinos por día y los jefes hacen figurar que le pagan 4), pero sin duda lo peor son las condiciones riesgosas en que él y sus compañeros se desempeñan en la obra día a día, poniendo en riesgo sus vidas. Sin embargo, nadie puede quejarse por estas condiciones deplorables de trabajo ya que el capataz puede echarlos a la calle de un momento a otro, y el desempleo en la ciudad es algo muy serio.



Pese a lo duro y mal remunerado del trabajo, Julio se encuentra con la solidaridad de sus compañeros, quienes le ayudan a adaptarse, aunque también prima un clima de constante resignación frente al maltrato que reciben todos los días por parte del capataz. Entre sus compañeros, hay quienes deben mantener familias numerosas con la pésima paga que reciben, alguno que sueña con convertirse en cantante… Pero también hay uno que se llama Imo, y le aconseja a Julio que estudie una carrera mientras pueda, a lo que él responde que con veintiún años está “muy viejo” para eso.

Los trabajadores de la obra coinciden en que es muy difícil la vida en una gran ciudad como Manila, pero que siempre cada uno tiene la posibilidad de cambiar el rumbo. En comparación, dicen que en el campo “el que nace con el arado, muere con el arado”. Pero el objetivo de Julio no es el de estudiar ni establecerse en la ciudad de Manila: llegó hace unos meses con la finalidad de encontrar a su novia del pueblo, llamada Ligaya Paraiso (Hilda Koronel), quien partió hacia Manila para conseguir un trabajo y poder estudiar, con la ayuda de una tal “Señora Cruz”. No obstante, pese a que ella le respondió la primera carta, no hizo lo mismo con el resto y se encuentra desaparecida. Las sospechas de Julio sobre su paradero giran en torno a un prostíbulo regenteado por chinos.




 

La atmósfera del film es sumamente desesperante y desesperanzadora: en todo su desarrollo se suceden constantes injusticias y atropellos contra la dignidad humana. Ya sean accidentes laborales, corrupción, explotación, prostitución, discriminación, violencia e inmoralidad. Aparecerá durante la cinta toda una ralea de personajes inmundos y despreciables, delincuentes y marginales sin remedio. La cámara capta las calles sucias, los barrios frecuentados por prostitutas/os y sus clientes, las villas miseria y a los trabajadores pobres que buscan distraerse inútilmente de su miserable situación. 

El estilo de Brocka es sumamente realista, con algunos flashbacks que contienen las memorias de Julio respecto a su novia desaparecida. En sus memorias, hay una visión idílica del pasado y del entorno de provincia. Basada en la novela In the claws of brightness (traducible como “En las garras del brillo”), del escritor filipino Edgardo M. Reyes,  podemos encontrar en la película una línea espiritual que la emparenta con obras posteriores como Taxi Driver (1976) de Martin Scorsese o Hardcore, un mundo oculto (1979) de Paul Schrader: El retrato de un hombre solitario que busca su redención en una ciudad donde afloran toda clase de miserias humanas. El propio Scorsese apadrinó la película para su restauración en 2013. 

Manila en las garras de las tinieblas está considerada como la mejor película filipina de todos los tiempos. Al año siguiente, el director Lino Brocka lanzaría otra obra maestra como Insiang (que tendría a Hilda Koronel en el papel principal). Si hay algo sumamente desesperante en esta pieza, es sin duda la fina línea que se traza entre el trabajo mal remunerado y la más abyecta marginalidad. Brocka retrata a Manila como una ciudad donde la misericordia brilla por su ausencia y en donde los sueños por ascender socialmente se diluyen de igual o peor manera que en el campo. La libertad de las grandes ciudades, al fin de cuentas, no deja de ser para muy pocos.   



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