*Por Pablo Jaruf.
La religión sumeria es un tema que despierta gran interés, no solo porque se trata de una de las religiones más antiguas conocidas, sino también porque es terreno fértil para todo tipo de hipótesis, algunas de ellas bastante descabelladas, sobre alienígenas o civilizaciones perdidas. Sin embargo, la realidad de las pocas personas en el mundo especializadas en el estudio de las tablillas cuneiformes escritas en sumerio, es bastante distinta: dedican gran parte de sus vidas a estar en depósitos de museos o consultando copias de documentos, tratando de descifrar la forma y el significado de pequeños signos impresos en arcilla, muchos de ellos casi ilegibles. Como muchos de estos documentos todavía no fueron publicados, se ocupan de la agobiante tarea de hacer listas, ya sea de signos, de palabras, de textos, entre otras. Por supuesto, no se dedicarían a esto sino encontraran atractivo en tan pesada labor, a lo que se suma la satisfacción por descubrir cosas nuevas. Pues bien, esto fue lo que le sucedió hace poco a Armando Bramanti, sumerólogo italiano que trabaja actualmente para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, y a Rachel Lerculeur, asirióloga de la Universidad de Ginebra, quienes lograron identificar a un dios hasta entonces desconocido.
La pluralidad de entidades divinas en el mundo sumerio era bastante destacada, lo que, por cierto, es bastante común en las religiones politeístas. Por ejemplo, los hinduistas presumen de contar con millones de dioses. No obstante, la gran mayoría de ellos reciben un culto local o doméstico, siendo desconocidos por la mayoría de las personas que profesan esa misma religión. Los dioses más populares, al contrario, cuentan con templos en distintas ciudades y, a su vez, suelen estar vinculados con el poder político. Lo mismo sucedía en Sumeria, donde destacan tres figuras: Enlil, dios de la ciudad de Nippur, considerado el "jefe" de los dioses; Enki, dios de la ciudad de Eridu, asociado a la sabiduría; y An, dios de la ciudad de Uruk, personificación de la bóveda celeste y vinculado con los orígenes del mundo. A este trío hay que sumar a Inanna, diosa multifacética asociada en ocasiones con la guerra y otras con el amor, personaje central de varios relatos mítico-literarios y que, bajo su nombre semítico Ishtar, alcanzó fama a partir del reinado de los reyes de Akkad.
Pues bien, debajo de estas figuras, existió en Sumeria también una enorme cantidad de dioses, algunos de ellos ya conocidos, pero otros seguramente por descubrir en las miles de tablillas aún por descifrar. Fue entre estos documentos que Armando Bramanti, buscando información sobre la región de Umma, importante ciudad del sur de la Mesopotamia, se llevó la sorpresa de leer el nombre de un dios que hasta el momento nadie conocía. El nombre en cuestión es Kinu, lo que llama aún más la atención, pues esta palabra significa "cama" en sumerio. Su identificación como deidad se debe a que en los documentos aparece precedido por un signo que cumple una función determinativa, en concreto, el signo dingir, es decir, "dios" en sumerio, lo que indica que la palabra que acompaña es el nombre propio de un ser divino. Sin dudas, estamos ante la divinización de un objeto, fenómeno común en la religión sumeria, como también explican los autores, quienes recuerdan que lo mismo sucedía con el pedestal, la corona y el cetro, tres símbolos de la realeza.
Este hallazgo fue publicado en junio de este año, en la revista francesa NABU (Nouvelles Assyriologiques Brèves et Utilitaires). Allí los autores concluyen que, debido a que las menciones se restringen a la región de Umma y se datan entre fines del Protodinástico y comienzos del Reino de Akkad, es decir, aproximadamente en el tercer cuarto del tercer milenio a.C., entonces la divinización de la cama se trató de un fenómeno restringido tanto en el tiempo como en el espacio. De todas formas, puede ser que haya persistido después alguna forma de culto a este objeto, hipótesis a comprobar en el futuro.
Afortunadamente, hace dos años contamos con la visita de Bramanti en Argentina y Chile, donde dictó cursos y conferencias. Asimismo, contamos con algunas publicaciones suyas en español, las cuales son de acceso libre y gratuito. En una de ellas aborda la cuestión de la materialidad de la escritura cuneiforme, mientras que en otra plantea posibles formas de vinculación entre investigadores e instituciones europeas y americanas, para fortalecer el estudio de las sociedades antiguas. Estamos seguros de que en los próximos años seguiremos teniendo novedades suyas, lo que nos permitirá conocer cada vez más y mejor a la sociedad sumeria y su religión.
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