Tras el retorno de los talibanes a Kabul ¿paz definitiva o más guerra civil?

Por Kevin A. Tévez

El domingo 15 de agosto el presidente de la República Islámica de Afganistán, Ashraf Ghani, comunicaba al país su renuncia para evitar derramamiento de sangre en Kabul, la capital, ante el avance de la milicia Talibán. Pocas horas después, los talibanes, que habían sido derrocados del gobierno en 2001, ingresaban a la ciudad y anunciaban el fin de la guerra civil que vivía ese país desde 1978.

Los talibanes ya habían controlado Kabul y la mayor parte del país entre los años 1996 y 2001, instaurando el Emirato Islámico de Afganistán, un estado teocrático que impuso una interpretación extrema de la Sharía (ley islámica), la doctrina Deobandi. En especial, los derechos de las mujeres y las niñas -al trabajo, al estudio, la libertad de circulación, etc.- se habían visto fuertemente perseguidos y penados por los talibanes. Asimismo, también rígidos códigos de vestimenta y de comportamiento fueron impuestos a los hombres afganos, quienes durante la guerra sufrieron el reclutamiento forzoso bajo amenaza de muerte y miles debieron exiliarse. Esta experiencia de gobierno que paralizó la economía y la vida social provoca temor, sobre todo entre los sectores urbanos.


Combatientes talibanes toman el Palacio Presidencial de Kabul el 15 de agosto tras la huida del presidente Ghani. Fuente: AP.

Ha sido también objeto de preocupación el futuro de ex soldados del disuelto en desbandada Ejército Nacional Afgano y del funcionariado estatal de todos los niveles que formó parte del antiguo estado. A través de distintos portavoces, los talibanes aseguraron que buscaban formar un "gobierno islámico inclusivo" y que habían iniciado negociaciones para ello con dirigentes políticos de la República Islámica. Algunos de esos dirigentes son el ex presidente Hamid Karzai y el ex señor de la guerra Golbuddin Hekmatyar, ambos ex muyahiddin que combatieron a la Unión Soviética durante su intervención en Afganistán (1978-1989). El ex Jefe Ejecutivo (2014-20) Abdullah Abdullah, quien fue además jefe del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional que negociaba la paz con los talibanes, también se ha involucrado en la definición del futuro político del país.

Más allá de la caída de Kabul inscripta en términos nacionales, tenemos que hablar de cuál es la geopolítica del momento. Estados Unidos y sus aliados de la OTAN acababan de retirar en mayo sus últimas tropas de Afganistán tras una cruenta guerra de veinte años contra los Talibanes. Es decir, el conflicto no era sólo civil, sino también internacional, pues tropas de varios países intervinieron para sostener al régimen republicano establecido en 2001 como parte de la "Guerra contra el Terror" que la Administración Bush había lanzado tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 de la red al-Qaeda contra las Torres Gemelas de Nueva York. Nuevamente, el "Gran Juego" se reedita, esta vez con la retirada de Estados Unidos y sus aliados y con la cauta presencia de las embajadas de China, Rusia y Pakistán cuyos gobiernos se mantienen expectantes.


Mapa de las comunidades étnicas de Afganistán. Fuente: Georgian maps.

La derrota a todas luces de la mayor potencia militar y económica en una guerra que duró dos décadas, frente a una milicia cuestionada a nivel mundial -aunque con apoyos y simpatías como las de Pakistán, Arabia Saudita y Qatar- e indudablemente inferior en recursos económicos y de tecnología militar, nos hace preguntarnos: ¿Por qué ganaron los talibanes? No se trata de una pregunta con simple respuesta, pero aquí vamos.

Afganistán es un país establecido como estado independiente en 1919 por los británicos, como una suerte de "estado tapón" entre el Raj británico de la India y el Asia Central controlada por los rusos/soviéticos. Con un complejo mosaico étnico en el que los pashtunes son el grupo más numeroso, pero sin una mayoría y comunidades muy numerosas como los tayikos (1), uzbekos (2), hazaras (3), kirguizes, nuristaníes, turkmenos, baluches, árabes y otros. Pese a que más del 99% de la población es de confesión musulmana, con 84-89% de sunnitas y 10-15% de chiítas, la diversidad étnica explica también la adhesión de múltiples interpretaciones del Islam, lo que es fuente de conflictos políticos y explica que la realidad del país sea muy diversa en cuanto a la codificación social, que puede ser más moderada o conservadora dependiendo de la ciudad o la aldea.

Es importante señalar que a estas características de la sociedad afgana, se le suma un aplastante predominio del mundo rural, que es el 73% de la población y que apenas disminuyó 4,8 puntos en los últimos veinte años. En este escenario abigarrado, los talibanes realizaron un minucioso trabajo social además del bélico.

El abigarrado mosaico afgano, sin embargo, presenta desafíos a este movimiento. En su momento promovieron aún en las ciudades su interpretación del Islam, con una doctrina muy conservadora. Las declaraciones que emitieron tras la reciente toma de Kabul, en las que prometen que las mujeres tendrán derecho al trabajo y las niñas y adolescentes a los estudios, podrían sugerir que la ampliación de su base étnica -que ya no es casi exclusivamente pashtun- y su manejo político en los últimos años de la ocupación norteamericana, que han tomado nota de los cambios sociales que se han producido en el país. Pero, también, ya ponen sus límites: mientras mantienen conversaciones para el futuro "gobierno islámico inclusivo", señalan que las mujeres deberán cubrirse "al menos con hiyab" o que sus derechos se inscribirán dentro de la "ley islámica" que ellos acuerden o impongan.


Uno de los temas que genera controversia en Afganistán y ha sido fuente de conflictos entre modernizadores y conservadores, es el de los derechos de las mujeres. (Fuente: Reuters/ Archivo).

De todo esto se desprende que para asegurar la gobernabilidad de todo el territorio de Afganistán -lo que ningún gobierno ha logrado desde 1978, cuando la intervención soviética-, deberían alcanzarse los acuerdos para armonizar las sociedades de la ciudad -más cosmopolita y liberal- y del campo. También puede ser visto, grosso modo, como modernizadores versus conservadores. Este clivaje ha sido uno de los factores que explican la inestabilidad de Afganistán y sus múltiples formas de gobierno adoptadas: monarquía constitucional (1919-1970), república (1970-78), república socialista (1978-1992), estado islámico (1992-1996), emirato islámico (1996-2001) y república islámica (2001-2021). El último de estos regímenes no fue la excepción a la regla, en cuanto a que las realidades sociales de Kabul y de las aldeas eran bien disímiles. Tampoco debemos olvidar que las milicias islamistas que habían combatido a los soviéticos y al gobierno comunista hasta 1992, también formaban parte del régimen republicano.

El problema que han tenido los gobiernos afganos al menos desde finales de los años 70, es el de la implantación en el territorio. En 1992, el gobierno comunista cayó tres años después de la retirada soviética. En 2021, el gobierno republicano acaba de caer apenas cuatro meses después de la retirada de las últimas tropas norteamericanas. Antes como hoy, la resistencia al invasor es un elemento legitimador. Pero tampoco significa la ausencia de futuros conflictos. Manifestaciones contra los talibanes están siendo reprimidas con saldos mortales. También, alrededor de 10% del territorio, el Valle del Panjshir, se encuentra controlado por el ex vicepresidente Amrrullah Saleh, quien reivindica para sí el cargo y cuenta con el apoyo del miliciano Ahmad Massud, hijo del "León de Panjshir" Ahmed Shah Massud, uno de los principales señores de la guerra hasta su asesinato en 2001. Noticia confirmada por el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergéi Lavrov. Ni los soviéticos ni los talibanes pudieron hacerse con el control de Panjshir.


La evacuación por aire de la embajada de los Estados Unidos en Kabul y la de miles de afganos colaboracionistas en el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, ha evocado a la caída de Saigón, Vietnam del Sur, en 1975.

Aún con un gobierno que está en tratativas, la situación dista de estabilizarse. Los talibanes han ganado la guerra tanto a Estados Unidos -que los reconoció como facción beligerante y les sacó la etiqueta de terroristas en Qatar, 2020- como al gobierno corrupto y cuestionado de Ashraf Ghani. Pero también han venido a fundar un nuevo estado, otro más. China ya movió sus fichas en pos del reconocimiento de los talibanes hace escasas semanas. Y Rusia ha anunciado que no abandonará su embajada. ¿El nuevo gran juego ha expulsado a los norteamericanos? ¿O, cómo dice el analista internacional Nicola Hadwa, éstos armaron a los talibanes para derrocar a un gobierno que estaba acercándose a la Organización para la Cooperación de Shanghai?

Lo que es cierto, es el temor que sienten cientos de miles de afganos y afganas por su futuro. Si no se logra la estabilidad, será más guerra y sufrimiento para un pueblo devastado. Pero, como ha revelado ya la historia reciente de Afganistán, su pueblo (sus comunidades) no se conforma con una "paz de cementerio". Lo que esperamos, es una paz que asegure los derechos de todos sus habitantes, sin venganzas y que sea representativa de todos los afganos.

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NOTAS

(1) Se estima que alrededor de 25% de la población pertenece a la comunidad tayika, siendo esta mayor que la del propio Tayikistán (10 millones contra 6 millones, aprox.). Durante la guerra contra los soviéticos y luego entre las facciones islámicas, sus principales dirigentes fueron Ahmed Shah Massud y Burhanuddin Rabbani.

(2) Los uzbekos, un pueblo de ascendencia turco-mongola, se encuentran sobre todo al norte del país. Dirigidos por el ex señor de la guerra Abdul Rashid Dostum, quien fue uno de los más célebres desertores del ejército comunista a fines de  los años 80.

(3) Los hazaras son un pueblo de ascendencia persa y religión musulmana chiíta. Históricamente apoyados por Irán.

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