Por Kevin A. Tévez
El pasado 1 de julio la China continental, cuyo nombre oficial es el de República Popular China, celebró los cien años de existencia del Partido Comunista de China (PCCh), la fuerza política que dirige los destinos del país desde la toma del poder en octubre de 1949. También esta celebración fue compartida por parte de la diáspora china, mientras que en la isla de Taiwán (oficialmente República de China, fundada por el gobierno desplazado en 1949 por la Revolución) el gobierno no compartió los festejos continentales. Hubo, además, salutaciones de diversas fuerzas políticas del mundo, inclusive de aquellas que no son de ideología marxista-leninista. En este artículo, que consta de dos partes, nos proponemos repasar brevemente algunos de los hitos de la historia del PCCh, que explican la actual posición económica, diplomática y militar alcanzada por el país, que luce actualmente disputando la Cuarta Revolución Industrial a los Estados Unidos de América.
Los inicios
El Partido Comunista de China fue fundado en 1921 por Chen Duxiu y un grupo mayormente de intelectuales, en la Concesión Francesa de Shanghái. En aquél momento la República de China (fundada tras una revolución que derrocó al Imperio de la Dinastía Qing en 1911) se encontraba repartida entre poderes locales, sin un gobierno central fuerte, y con un proceso de modernización (y peor aún, respecto de la industria) titubeante. Según el análisis de los comunistas chinos, todavía en el país el modo de producción hegemónico era el feudal, con un muy acotado desarrollo industrial en ciudades del sur de China (Shanghái, Guangzhou, etc.).
En un principio, el partido siguió la línea emanada desde la Internacional Comunista (Komintern) dirigida por la Unión Soviética, según la cual la revolución socialista debía ser dirigida por la clase obrera y proyectarse desde los centros urbanos hacia el campo. Dado que los criterios marxistas eurocéntricos sobre países atrasados y avanzados imperaban en la teoría y en la práctica del PCCh de aquellos años, éste formó una alianza con el gobernante Partido Nacional del Pueblo (Kuomintang, KMT) para someter a los señores de la guerra del interior de China y restablecer la autoridad central plena. El fundamento de esta alianza era el carácter teórico de China como país atrasado, que debía llevar adelante la revolución burguesa antes que la socialista, y por eso el KMT era la fuerza a la cual el PCCh debía aliarse. Pero esta alianza fue rota con una brutal represión en 1927 por parte del caudillo nacionalista Chiang Kai-Shek.
Cambio de estrategia
Los años de seguidismo a Moscú tuvieron sus
consecuencias y el Partido extrajo sus enseñanzas. Pocos meses después de la
purga de Chiang Kai-Shek, el PCCh formó su propio Ejército Rojo. Se hizo cada
vez mayor el liderazgo de Mao Zedong, un dirigente con raíces en el campo, que
nunca había viajado al exterior (a diferencia de gran parte de la dirigencia e
intelectualidad del PCCh y el KMT). Mao rompió con los presupuestos que antes
tenían los comunistas chinos, e inclusive sus rivales y enemigos políticos de
ellos. Contrario a los planteos de los soviéticos, sostuvo que el PCCh debía
apoyarse en la población campesina, 90 por ciento del total del país, en una
nueva estrategia de rodear las ciudades desde el campo. La primera experiencia
de la nueva política fue la base rural del Partido en Jiangxi, creada en 1927,
que incluyó expropiaciones de tierras y una reforma agraria. En 1934, el
gobierno chino atacó la base, provocando un repliegue de las tropas comunistas
del sur en Jiangxi, hacia el centro-norte del país en Shaanxi (conocido como
Larga Marcha), el cual sirvió, no obstante, para confirmar el liderazgo de Mao,
hasta entonces resistido por el Comité Central. El creciente arraigo del PCCh
en el pueblo chino, junto a la expansión de su nueva base rural, le dieron el
suficiente prestigio como para que el gobierno central del KMT recompusiera
(obligado por sus propias bases) su alianza con ellos, esta vez para combatir a
los japoneses que habían invadido el país en 1937, dando inicio a la Segunda
Guerra Mundial.
De la resistencia antijaponesa a la toma del poder
Los comunistas chinos demostraron en esta etapa una raíz nacionalista que los diferenciaría claramente de los soviéticos, que levantaban la bandera del “internacionalismo proletario”. Mao Zedong llamaba a “hacer realidad el Testamento del Dr. Sun Yat-Sen”, el fundador de la República de China, y sus Tres Principios del Pueblo: Nacionalismo, Democracia y Prosperidad. Para Mao, la revolución comunista debía ser una materialización de esos principios, una continuidad histórica de lucha del pueblo chino por sacudirse del yugo de las potencias imperialistas y emprender su propio proceso de modernización. La guerra prolongada entró en la fase de la Guerra de Resistencia Antijaponesa entre 1937-1945 y, tras la derrota del Eje Berlín-Roma-Tokyo, nuevamente se enfrentaron el PCCh y el KMT. En esta ocasión, sin embargo, el PCCh ya había acumulado una gran experiencia militar, ensanchado su base social (a diferencia de sus primeros años), aplicando una adaptación del marxismo-leninismo a la realidad china y contando con un nivel de organización superior respecto al corrupto y disgregado Kuomintang.
El gobierno de Chiang Kai-Shek sucumbió en la Guerra Civil final de 1945-1949, con su dirigencia emigrando a la isla de Taiwán (menos del 5 por ciento de la superficie de China) y declarando que el gobierno legítimo de China existía solamente allí. En el continente, en la ciudad de Beijing, Mao Zedong proclamaba el 1 de octubre: "El Consejo del Gobierno Popular Central ha decidido declarar a los gobiernos de todos los otros países, que este gobierno es el único que representa a todo el pueblo de la República Popular China". Aunque ya había ejercido en la práctica funciones de gobierno en las áreas que habían sido conquistadas por sus tropas, esta vez le tocaba al Partido Comunista de China dirigir el país entero, tras el humillante siglo XIX y la turbulenta primera mitad del siglo XX.
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