La "nacionalización" del Día de la Victoria en el Asia Central postsoviética

*Por Kevin A. Tévez

El 9 de mayo de 1945 (huso horario de Rusia), el Mariscal de Campo Wilhelm Keitel, de la Alemania Nazi, firmó la capitulación de la Wehrmacht ante las fuerzas aliadas y la Unión Soviética, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial en territorio europeo. Pero, tal y como señaló el historiador británico Charles Holcombe, la Guerra había empezado en territorio asiático, en julio de 1937, con la invasión japonesa en la República de China y finalizaría recién en agosto de 1945 con la rendición japonesa ante los Estados Unidos.

El 9 de mayo es conocido en Rusia como el Den Pobedy (Día de la Victoria) y desde la época soviética es un día de desfiles militares y celebraciones civiles. Sin embargo, no todas las repúblicas soviéticas le otorgaron el mismo estatus: en algunas de ellas representó un feriado no laborable y en otras no, pero todas lo reconocieron como la fecha de la Victoria ante los nazis. Vale mencionar que en Europa Occidental, la fecha oficial es el 8 de mayo, por el huso horario.

Acto de inauguración de la estatua al Héroe de la Unión Soviética y de la República de Kazajistán, Talgat Begeldinov (Foto: Kazinform).

Tras la disolución de la Unión Soviética (1991) y la posterior restauración de fechas patrias y grandes demostraciones dirigidas por el Estado, se suele considerar a la Federación Rusa (especialmente desde que Vladimir Putin se convirtió en el líder del país en 2000) el epicentro del Día de la Victoria. Pese a que es indudable que el costo humano civil fue enorme en los territorios occidentales de la ex URSS (las repúblicas eslavas), la Gran Guerra Patria también tiene especial significación en las ex-repúblicas soviéticas del Cáucaso y Asia Central.

Entre las ex repúblicas soviéticas centroasiáticas (Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán), todas reconocen oficialmente el 9 de mayo como Día de la Victoria, pero sólo en Kazajistán alcanza el estatus de feriado no laborable y suele celebrarse en conexión a otros días festivos el 10 y 11 de mayo.

El esfuerzo asiático en general en la Segunda Guerra Mundial para la derrota del Eje Berlín-Roma-Tokio, ha sido de millones de vidas, tanto en víctimas civiles de las ocupaciones y agresiones varias, como en soldados que marcharon a frentes de guerra fuera de sus países o incluso del continente. En el caso de Asia Central, millones de soldados que integraron el Ejército Rojo de la Unión Soviética, marcharon a combate conta el Eje, tal y como recordó Vladimir Putin ante su homólogo uzbeko Shavkat Mirziyoyev en el Día de la Victoria de 2020: "debo mencionar que durante la guerra, 2 millones de uzbekos lucharon en el frente. Hasta 500.000 personas murieron y 130.000 desaparecieron. Ésta es una gran pérdida. Pero Uzbekistán acogió 2 millones de civiles evacuados de otras repúblicas soviéticas. (...) Muchas instalaciones industriales se trasladaron a Uzbekistán y se reiniciaron inmediatamente las operaciones para producir los suministros necesarios para el frente".

Caravana de automóviles en Bishkek (Kirguistán) por el Día de la Victoria 2021 (Foto: Sputnik Kyrgyzstan).

Este racconto hecho por Putin es bastante común a las demás repúblicas de Asia Central, que no sólo contribuyeron con soldados, sino también con producción y trabajo a la victoria contra los nazis. La evacuación de ciudadanos soviéticos (especialmente de las repúblicas eslavas de la Unión) también modificaría la composición étnica de las repúblicas centroasiáticas.

Desde la independencia en 1991, los países del Asia Central postsoviética han construido sus propias identidades nacionales, con sus propios símbolos, sus “padres de la patria” y sus propias historias e historiografías nacionales, como bien analizó Sergei Abashin. Parte del terreno en debate es el Día de la Victoria y qué significación puede alcanzar esta fecha común en cada país. En los últimos años se ha dado un proceso de “nacionalización” del Día de la Victoria, en la cual se busca darle una impronta más del propio país (y de la nación titular) para independizarla de Rusia, que a su vez también ha aumentado los niveles de nacionalismo. Es así, como por ejemplo en Kazajistán y Kirguistán a partir de 2014 se sustituyó la cinta de San Jorge por cintas nacionales para el día del festejo, aunque no se prohibió la primera. En este contexto, y teniendo en cuenta la actual pandemia de covid-19 ¿cómo se desarrollaron los festejos del Día de la Victoria en Asia Central?

En Kazajistán, el 8 de mayo fue inaugurada en Nur-Sultan, la capital del país, una estatua conmemorativa del aviador Héroe de la Unión Soviética y de la República de Kazajistán, Talgat Begeldinov (1922-2014), lo que demuestra que la fecha tiene una especial significación para el país y que se busca un camino nacional para ungir un héroe kazajo étnico de la Guerra. El 9 de mayo, en un comunicado oficial, el presidente Kazim-Zhomart Tokáyev, recordó que "Más de un millón de habitantes de Kazajistán fueron a los campos de batalla de la Gran Guerra Patria, la mitad de ellos dieron su vida en nombre de la Victoria". Las celebraciones oficiales se han cancelado debido al reciente deterioro de la situación epidemiológica por la pandemia de covid-19.

Estatua del aviador kazajo Talgat Begeldinov, Héroe de la Unión Soviética y de la República de Kazajistán. Inaugurada el 8 de mayo de 2021 en la capital Nur-Sultan (Fuente: Kazinform).

Las celebraciones en Kirguistán también se han visto limitadas por la pandemia de covid-19. Sin embargo, la plana mayor del gobierno encabezado por el presidente Sadyr Zhapárov (y demás funcionarios y ex presidentes) realizó una ofrenda floral ante la Llama Eterna en Plaza de la Victoria. Pese a que la celebración masiva estuvo oficialmente prohibida por la situación epidemiológica, se estimó en medio centenar de personas que salieron a las calles de Bishkek, capital de Kirguistán, para celebrar. Hubo una caravana de automóviles, además, en movilización por la victoria contra los nazis. En Sputnik Kyrgyzstan fue publicado un reporte fotográfico de Almaz Batílov con imágenes de las repercusiones de la Gran Guerra Patria en Kirguistán, del Archivo Estatal Central.

La 385 División de Fusileros del Ejército Rojo de la República Socialista Soviética de Kirguistán. Recibió el nombre de "Krichev" por parte de Iósif Stalin, tras haber liberado a la ciudad bielorrusa del mismo nombre. (Foto: Sputnik Kyrgyzstan).

El único mandatario de la región que asistió este año al desfile del Día de la Victoria en Moscú fue el presidente de Tayikistán, Emomali Rahmon, quien a tal efecto adelantó el acto oficial nacional en Dushambé, la capital, para la colocación de flores ante la Llama Eterna en el Parque de la victoria. También, como en los demás países centroasiáticos, se anunciaron ayudas y obsequios a los veteranos de la Gran Guerra Patria.

El presidente de Turkmenistán, Gurbanguly Berdimuhamedow, envió sus felicitaciones a sus compatriotas en el Día de la Victoria, destacándolo como fecha nacional que “contribuye a fomentar en los corazones de los jóvenes un sentido de patriotismo y abnegación por el bien de la Patria”. El 10 de mayo pasado encabezó la colocación de flores en el complejo conmemorativo de Halk hakydasy en Ashgabat, la capital del país, acto del cual participaron veteranos de la Gran Guerra Patria y sus descendientes.

Ofrenda floral de veteranos de la Gran Guerra Patria y sus descendientes en Ashgabat, Turkmenistán, por el día de la Victoria (Foto: Arzuw.news).

En Uzbekistán, donde el Día de la Victoria es conocido como “Día de los caídos/ Día de la Memoria”, se realizó un acto oficial en el Parque de la Victoria ante el Monumento de las “Fosas comunes” para homenajear a las víctimas de la Guerra y a los soldados caídos en combate. Tanto la plana mayor del gobierno, como funcionarios extranjeros, depositaron flores ante la Llama Eterna de la Plaza.

Más allá de lo atípico de las celebraciones en otro año marcado por la pandemia de covid-19, las celebraciones del Día de la Victoria en Asia Central muestran que todos estos países están buscando su propio camino nacional que resignifica parcialmente esta fecha, pero que no puede ignorar el esfuerzo común de todos los pueblos que integraron la ex Unión Soviética, que pagó el enorme costo de 27 millones de vidas (la cifra más grande entre los aliados) para derrotar la barbarie nazi.

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