*Por Pablo Jaruf.
Este martes 13 de abril es la primera jornada de ayuno de Ramadán, el mes sagrado del islam. Durante el mismo rige la prohibición de comer entre el amanecer y el anochecer, así como también de beber, de fumar, de maldecir, de mantener relaciones sexuales en las horas diurnas y, en general, de abstenerse de placeres mundanos y gastos innecesarios. A través de estas acciones, los musulmanes se ponen a prueba y muestran su fe y compromiso para con Allah, además de que también se reconoce el beneficio físico de purificar el cuerpo. Debido a que en ciertos casos el ayuno puede ocasionar inconvenientes de salud, se excluye a enfermos y embarazadas, así como también a bebés y niños pequeños. Como dice el Corán: "Dios quiere vuestro bienestar y no quiere vuestra molestia" (2:181).
Ya es el segundo Ramadán que toca celebrar en medio de la pandemia por Covid-19, lo que implica varios cambios en una festividad que suele reunir multitudes en las mezquitas, los barrios y las casas de familias. Desde el año pasado circulan imágenes impensables, como la Gran Mezquita de La Meca prácticamente vacía, lo mismo que la Mezquita del Profeta en Medina. A fines de julio de 2020 se habilitó el hajj, la peregrinación a La Meca, pero sólo para diez mil residentes sauditas, muy lejos de las dos millones de personas que peregrinan todos los años, procedentes de distintas partes del mundo. En la actualidad sólo están habilitados aquellos que ya tengan las dos dosis de vacuna, gracias a lo cual podrán cumplir la umrah, la pequeña peregrinación que se suele realizar durante el ayuno de Ramadán. Afortunadamente, los números de la epidemia en Arabia Saudita no son tan dramáticos, pues desde el comienzo de la pandemia hubo menos de 400 mil contagios (de un total de 35 millones de personas), pero entre los cuales hubo que lamentar 6700 fallecidos. Al primer día de Ramadán se aplicaron ya casi seis millones de dosis, registrando 842 nuevos casos y once fallecidos.
De todas formas, no hace falta estar en Arabia Saudita para festejar Ramadán. La expansión del islam en África y Asia, así como en Europa y América, otorga una serie de particularidades notables a este mes, pues como el ayuno se extiende desde el alba hasta el ocaso, su duración depende de la región del mundo donde uno se ubique. Por ejemplo, en Indonesia, el país con mayor cantidad de musulmanes del planeta, el ayuno durará entre 12 y 13 horas, mientras que en el hemisferio norte será más extenso, por ejemplo en Inglaterra, donde llegará a las 17 horas. El caso más extremo lo presenta la localidad de Longyearbyen, en Noruega, donde el ayuno superará las 21 horas, lo que claramente no es saludable y atenta contra el espíritu del Ramadán. Los puristas, sin embargo, prefieren seguir el ritmo de La Meca, ciudad que guía la festividad, donde en esta oportunidad durará entre 14 y 15 horas. Por supuesto, todos estos cálculos implican una serie de desafíos que, afortunadamente, pueden ser seguidos y respetados en nuestro mundo globalizado, pero en siglos anteriores las costumbres variaban mucho más. De manera reciente, sin embargo, se ha sumado el problema de los astronautas musulmanes, pues como el alba y el ocaso no existen en el espacio, es difícil orientarse para seguir los ritos musulmanes. Debido a esto, el Consejo Nacional Islámico Fatwa de Malasia ya ha redactado la primera guía para astronautas, la cual cuenta con traducciones al ruso, inglés y francés.
Como se deduce del párrafo anterior, la tradición del Ramadán implica un amplio conocimiento de astronomía y de matemáticas, disciplinas en las cuales los árabes siempre han destacado, lo que sirvió de base para que hoy en día todos los musulmanes, sean o no árabes, puedan orientarse correctamente en su fe. Los meses, en el calendario islámico, comienzan con el primer avistamiento del cuarto creciente, pues se basan en el ciclo lunar, como es común en muchas sociedades del mundo y particularmente de Medio Oriente. En efecto, ayer por la tarde comenzó el primer día del citado Ramadán, que hoy tiene su primera jornada de ayuno, hasta llegar el ocaso, cuando comience el segundo día. Los años consisten en doce meses, intercalando meses de 30 y 29 días, lo que en total suma 354 días, once menos que en el calendario gregoriano. Esto último explica que la festividad se desplace todos los años, provocando que a veces caiga en verano y otras en invierno, lo que modifica el momento cuando uno debe realizar el ayuno.
En tiempos pre-islámicos, este calendario, de origen árabe, incluía un mes intercalar cada tres años, para que los meses coincidieran con las estaciones, articulando así el ciclo lunar con el solar, pero el Corán lo eliminó, provocando entonces este desplazamiento: "Transportar a otro tiempo los meses sagrados es un exceso de infidelidad, es hacer ilícito lo que no lo es, y viceversa. Los infieles están en el extravío. Lo permiten por un año y lo prohíben por otro, a fin de realizar el número de los meses declarados sagrados por Dios, de modo que hacen lícito lo que Dios ha prohibido. Sus malas acciones han sido expresamente preparadas para ellos por Satanás, pues Dios no dirige a los infieles" (9:37).
Es sabido que muchas de las normas islámicas proceden justamente de este trasfondo pagano, las cuales fueron subvertidas al otorgarles un nuevo significado. Un ejemplo es el propio ayuno, una práctica realizada por distintas comunidades del Cercano Oriente en época de dominio bizantino y sasánida. Una de estas comunidades eran los sabeos de Harrán, ciudad donde había un centro tradicional dedicado al culto de la Luna. En el Corán, los sabeos son mencionados ya en la segunda sura o azora, "La vaca", junto a cristianos y judíos, como un grupo que también recibe recompensa divina por sus buenas acciones (2:59). De todas formas, no queda claro si aquí se refiere a los sabeos de la península arábiga o a los de Harrán. Al parecer, estos últimos comenzaron la costumbre de ayunar durante todos los días de un mes lunar. De hecho, en el mismo sura, algunos versos o aleyas después, se introduce el aspecto religioso del ayuno durante Ramadán, mes en el que descendió el Corán (2:180-185).
Los primeros tres días de ayuno son los más difíciles, pues predominan los dolores de cabeza y las náuseas. Por esta razón es muy importante la compañía, gracias a la cual se obtiene el apoyo necesario para superar estos problemas. El papel aquí de los allegados es fundamental, pero también de todos los musulmanes, que comparten al mismo tiempo estas mismas dolencias, fundamentalmente los adultos y ancianos, quienes guían con su experiencia. Recién a partir de la segunda semana el cuerpo comienza a acostumbrarse, mejorando así el ánimo de las personas.
Compartir estas vivencias a lo largo de un mes, con personas de distintas partes del mundo, es un fuerte estímulo a la solidaridad y el compañerismo, donde no sólo el cuerpo se purifica, sino también toda la umma, es decir, la comunidad islámica. Estas muestras de apoyo y de afecto son quizás el aspecto más llamativo para los no creyentes, pero en ocasiones también despiertan temor. Esto último es más evidente allí donde los musulmanes son minoría, como en Europa, donde avanzan las restricciones hacia el uso de la burka y el hijab, así como también en China, donde tratan de reducirse las muestras públicas de religiosidad. Por nuestra parte, deseamos que todos los musulmanes pasen un feliz Ramadán y que sus costumbres y creencias sean respetadas. Para cerrar, compartimos un video del canal de una marroquí que recomendamos, Las cosas de Asmaa, donde contesta dudas muy comunes sobre las prohibiciones que rigen este mes.
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