*Por Kevin A. Tévez y Pablo Jaruf
Este viernes 12 de febrero, según el calendario gregoriano, las comunidades chinas de todo el mundo comienzan a celebrar su Año Nuevo, el 4719º. Los festejos no se restringen sólo a la República Popular China, donde es feriado nacional, sino que también se replican en Taiwán, Hong Kong, Macao, Singapur, Japón, Corea, Filipinas, Malasia e Indonesia, reflejando la influencia que este calendario tradicional tuvo históricamente en Asia oriental y sudoriental. En la presente nota nos ocuparemos de los festejos de las comunidades chinas y de las predicciones astrológicas, las cuales son cada vez más reconocidas en otras partes del mundo, y en Occidente en particular.
El calendario tradicional chino
El año chino comienza siempre con la segunda luna nueva después del solsticio de diciembre, por lo que, respecto a nuestro calendario gregoriano, la fecha varía año a año, por lo general entre fines de enero y principios de marzo. Empero, esto no significa que se guíen solamente por este calendario en la actualidad. Su uso en las ciudades se encuentra circunscripto a las festividades tradicionales, como el Año Nuevo y el Festival de los Faroles, o bien para celebrar bodas o funerales en los días de buena suerte. En el campo, donde vive casi el 40% de la población de la República Popular China, es mucho más consultado, ya que detalla con precisión los ciclos agrícolas. Se estima que este calendario tradicional se estableció entre los años 771-476 a. C., durante el período conocido como de las Primaveras y Otoños, durante la segunda mitad de la Dinastía Zhou. Su uso perduró más de dos mil años, hasta que se abolió en 1912, poco después de la Revolución Republicana, cuando se introdujo el calendario gregoriano.
En esencia, el calendario chino se basa en fenómenos astronómicos, contando con "dos caras": la solar y la lunar, que confluyen asimismo en un único calendario lunisolar. En los tiempos del Imperio se establecía el número de año a partir del inicio del reinado del emperador, lo que constituía una era. En la numeración continua, es decir, la que se superpone a las eras, los años (que tienen 354 días, divididos en doce meses) forman ciclos de doce años. A su vez, cinco ciclos forman un siglo de 60 años. Dado que el año chino cuenta con once días menos que el gregoriano, entonces cada tres años se agrega un mes bisiesto. También puede variar la fecha de diferentes festividades, que incluso pueden celebrarse dos veces en un mismo año debido a los meses intercalares.
Esta particularidad, donde los años no se suceden de manera linear, implican una manera distinta de pensar y de habitar el tiempo, lo que nos remite a las palabras del prestigioso sinólogo francés Jacques Gernetª: "Los chinos no conocieron al dios matemático, controlador del tiempo, gracias al cual las ciencias modernas comenzaron a desarrollarse en Europa: todo les parecía explicarse demasiado fácilmente por el juego y las combinaciones infinitas de energías opuestas y complementarias (...), la transformación insensible e ineluctable de las sociedades, la renovación incesante de la sustancia de todas las cosas (...)" (2005: 40). Aún así, como veremos más adelante, esto nunca les impidió ser precisos en la medición del tiempo.
La festividad del Año Nuevo chino
La fiesta de Año Nuevo, conocida también como Festival de Primavera, se extiende por hasta quince días, cuando finaliza con el Festival de las Linternas. Se trata del período típico de vacaciones para los trabajadores chinos, el equivalente al inicio de las festividades de Navidad y de Año Nuevo para los cristianos, que dan inicio a sus propias vacaciones. Pero no confundir, ya que como se ha señalado, caen en fechas distintas y provienen de tradiciones muy diferentes.
El Año Nuevo chino es una festividad típicamente familiar. Es muy común que se reúnan las familias extensas, lo que implica una gran movilización humana (la mayor migración temporal del mundo cada año) entre ciudades, o de la ciudad al campo y viceversa. Tradicionalmente, se considera que la muchedumbre y cierto alboroto es de buena suerte y atrae la prosperidad. No obstante, debido a las circunstancias actuales provocadas por la pandemia de Covid-19, el gobierno chino está realizando ingentes esfuerzos para reducir al mínimo estos movimientos, mereciendo por ejemplo una nota del editor en Global Times. En el siguiente video de Mandarin Lab, Fei nos detalla muy bien las medidas que se están tomando y cómo se está viviendo el movimiento de primavera en comparación con años anteriores:
Es bastante probable que las celebraciones ahora se vean más reducidas a la familia nuclear. Sin embargo, hay costumbres que no van a a reemplazarse y seguramente cobren una importancia singular: la limpieza de la casa en los días previos, para eliminar la mala suerte acumulada desde el año anterior, las decoraciones que incluyen los famosos pareados de Año Nuevo, felicitaciones y poemas para atraer la buena suerte, el pegar el carácter de la felicidad al revés en la puerta de casa y, por supuesto, la comida de la gran cena de Nochevieja. Tampoco hay que olvidarse de los fuegos artificiales, que recuerdan la fiesta en curso y cuyo ruido también se considera que atrae la buena suerte y asusta a los malos espíritus. Seguramente, aún en pandemia se realizarán los tradicionales espectáculos de Año Nuevo, con múltiples representaciones, como el de los tambores y la danza de los leones.
El horóscopo chino
Gracias al Shang shu o Shu jing, uno de los libros clásicos del canon confuciano, podemos conocer la visión del pasado que se tenía a fines del período de las Primaveras y Otoños. En este documento ya podemos advertir la fuerte interrelación entre objetos de la naturaleza, tanto terrestres como astrales, y su vinculación con el reinado de cinco figuras paradigmáticas de comienzos de la historia china: el Emperador Amarillo, Zhuānxù, Dìkù, Tángyáo y Yúshùn (aunque existen distintas versiones). Se establece así una permanente asociación entre cinco elementos que otorgan la base del famoso horóscopo así como también de la medicina tradicional china: agua, madera, fuego, tierra y metal).
Como dijimos antes, el calendario chino consta de siglos de 60 años, con ciclos de doce años. Esos ciclos de doce años coinciden con los doce animales del horóscopo, que se suceden para regir cada año. Desde antaño, los astrólogos asignaron cinco elementos a cinco planetas (agua-Mercurio, madera-Júpiter, fuego-Marte, tierra-Saturno, metal-Venus), con lo cual el sistema para calcular la fortuna tiene en cuenta la hora, el día, el mes y el año de nacimiento, lo que de acuerdo a ello se leerá su fortuna. Como con todo sistema astrológico, se tiene que tener en cuenta que los planetas y sus representaciones no significan un destino, sino más bien un punto de partida para la introspección y para la proyección hacia el exterior.
Citando nuevamente a Gernet: "Debido a la importancia decisiva que desde muy antiguo les atribuyeron en todos los actos de la vida y del gobierno de los hombres, los chinos tuvieron la pasión de las precisiones temporales y espaciales. Desde hace muchos siglos, todo el mundo sabe en China la fecha y hora de su nacimiento, necesarias en las artes de adivinación; y el espacio era para cada uno el lugar de las poderosas fuerzas invisibles. Definido por coordenadas norte-sur y este-oeste, y por las particularidades de la topografía, el lugar y la orientación fueron de gran importancia en las ceremonias y en la elección de lugares favorables. En China, todo se fecha con precisión, y debemos a los textos chinos todo lo que sabemos de historia antigua de Asia Central, de la India, del budismo, de los turcos de Mongolia, de la península indochina..." (2005: 40).
Se considera que el animal y su elemento es lo que le da su característica a cada año, dándonos una idea de los desafíos que enfrentará la humanidad en general y los individuos en particular según los diferentes animales que conviven dentro del signo anual de cada uno. En este sentido, el año que recién comienza es el del buey/búfalo de metal, que se caracteriza por ser diligente y confiable, más conservador, siendo sus símbolos el orden, la disciplina, el esfuerzo, el trabajo y la familia.
Según la astróloga argentina Ludovica Squirru, que todos los años publica su libro de predicciones y consejos basados en el horóscopo chino, "para prepararse para la llegada del año nuevo hay que dejar en orden este caótico y loco año de la rata infectada, que marcó un antes y un después. El mundo se ha conmocionado por esta pandemia y este es un mensaje para despertar". Advierte Squirru que el año chino 4719 no será muy diferente del anterior, por lo cual los esfuerzos para combatir el Covid-19 continuarán y no se podrá bajar la guardia. También señaló que es muy posible que los gobiernos incrementen su totalitarismo, lo cual coincide en buena medida con los caracteres básicos del buey/búfalo de metal. Por supuesto, quienes descreen de la astrología no toman en serio estas cuestiones, aunque conviene recordar que la misma Squirru había predicho en su anterior libro que el año chino 4718 (es decir, el 2020), iba a ser un año donde se iban a "cobrar intereses kármicos inolvidables que pagarían los ciudadanos de cada país con la salud".
Para concluir con un mensaje positivo, se espera que este año del buey/búfalo de metal traiga una mayor disciplina y conciencia laboral, lo que será indispensable para el combate contra la pandemia. Asimismo, se trabajará de una manera más diligente para encarar las dificultades sociales y económicas que acarrea la actual situación sanitaria. En definitiva, lo que los augurios celestes nos indican es que están dadas las condiciones para que, gracias a nuestro esfuerzo, podamos superar con éxito las problemáticas actuales.
ªGernet, Jacques (2005[2003]). El mundo chino (trad. Dolors Folch). Crítica: Barcelona.
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