*Por Pablo Jaruf
La mayoría de los críticos coincide que la tercera temporada de la serie Cobra Kai es la mejor hasta el momento. Más allá de la inevitable nostalgia por la década de los ochenta, la original propuesta de invertir los roles de los protagonistas ha resultado muy efectiva, aunque la recurrencia a emplear esta estrategia quizás ya esté comenzando a caer poco a poco en el abuso. El mayor fuerte de la nueva temporada es que ha sabido profundizado mejor en cada personaje, mostrando la inseguridad que despierta en ellos el cambio de las circunstancias, haciendo difícil al espectador tomar partido definitivo por alguno de ellos.
Lo que queremos destacar en esta nota es el lugar central que el karate como tal ha ganado en la serie. Hasta ahora servía casi como telón de fondo de una historia donde el fuerte eran las relaciones entre los personajes, recurriendo a una oposición simple entre aquellos que basan su estrategia en el ataque y otros en la defensa. Pero el drama con el que había finalizado la temporada anterior (atención, spoilers), con Miguel Díaz hospitalizado y Robby Keene fugitivo de la justicia, llevó a poner en duda la virtud de este deporte, al punto que se sugirió cancelar el torneo, propuesta que varios personajes comparten pues sienten que los conflictos ya han escalado demasiado. Es en este contexto que surge un oportuno viaje de negocios a Japón para que Daniel LaRusso se reencuentre con viejos conocidos de la película Karate Kid II: Kumiko y Chozen Toguchi. Este último aprovechará para mostrar nuevas técnicas y conceptos que le ayudarán a encontrar un punto en común superador de la simple dicotomía ataque y defensa.
La película Karate Kid II, de 1986, si bien estaba ambientada en Okinawa, en realidad había sido filmada en Hawái. Por suerte, en Cobra Kai se reivindicaron y filmaron directamente allí, llevando a los actores al lugar de origen del karate. Okinawa es una prefectura japonesa que incluye 160 islas que juntas forman la parte meridional del archipiélago Ryukyu. Se trata de una región relativamente alejada, al sur de las cuatro grandes islas japonesas, pero cerca de China, de Taiwán y de Filipinas. De hecho, el karate es un arte marcial que posee estrechos vínculos con estas últimas regiones, siendo empleado durante siglos por los nativos para poder defenderse del ataque de los samuráis, quienes recién lograron conquistar el territorio gracias al uso de armas de fuego. Desde 1609 pasó a formar parte del han Satsuma, clan periférico del Bakufu Edo, pero que desempeñaría un rol fundamental en la posterior Restauración Meiji, a mediados del siglo XIX.
El karate es una de las dos ramas de las artes marciales de Okinawa. La otra es el kobudo que, a diferencia de la anterior, utiliza armas de madera o de metal. Originalmente se peleaba tanto a mano como con armas, pero luego ambas técnicas se separaron. La difusión del karate se debe justamente a la prohibición impuesta a la población nativa de estar armada. Poco a poco fue adoptando un fundamento filosófico propio, según el cual se lo entendía como un camino, de ahí que se lo conozca en realidad como karate-do. Este camino, definido en un sentido confuciano, consiste en el desarrollo personal, tal como plantea Gichin Funakoshi, uno de los padres del karate moderno. Sucede que a comienzos del siglo XX comenzó a difundirse en Japón, lo que derivó en un estilo propio, el cual recién fue institucionalizado en 1949 con la fundación de la Asociación Japonesa de Karate. En el siguiente video de Jesse Enkamp pueden conocer algunas de las diferencias más claras entre el karate original, de Okinawa, y el japonés.
Otro aspecto a destacar de esta tercera temporada es el personaje de John Kreese, interpretado por Martin Kove (también especialista en artes marciales). A través de distintos flashbacks pudimos conocer su pasado, marcado por el trauma de la Guerra de Vietnam. La centralidad de su historia se advierte cuando al final del último capítulo se abre un interrogante vinculado al destino de uno de sus compañeros de armas. Lo anterior nos da pie para hablar también de las representaciones norteamericanas sobre dicho conflicto, pero nos ocuparía demasiado espacio. Si es de su interés, déjennos sus comentarios y entonces preparamos una segunda parte para esta nota. ¡Cobra Kai never dies!
Si, vamos a full con las interpretaciones e imaginarios norteamericanos que se construyen en torno a vietnam.
ResponderEliminarMuy bien, entonces le damos para adelante. ¡Muchas gracias por la lectura y el comentario!
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