*Por Pablo Jaruf
En abril de 2019, el Tribunal Constitucional de Corea del Sur realizó una reforma a la Carta Magna, determinando como inconstitucional la medida que criminaliza a las mujeres que realizan un aborto, detallando que viola los derechos de la salud y estableciendo que el embrión no puede ser considerado como una persona con derechos, al depender completamente para su supervivencia y desarrollo del cuerpo de la madre. Esta decisión significó un enorme triunfo para el movimiento feminista surcoreano, que desde hacía décadas venía reclamando esta medida entre otras demandas. Por cuestiones técnicas y burocráticas, la aplicación efectiva de esta disposición se retrasó hasta fin de 2020, convirtiéndose en legal el 1 de enero de 2021. A partir de esta fecha, las surcoreanas cuentan con el derecho de abortar hasta la semana 14 de gestación, como es común en los demás países donde esta práctica está despenalizada.
La situación al otro lado de la frontera, en Corea del Norte, es bastante diferente. A los pocos años de la fundación de la República Popular Democrática de Corea, en 1950, el aborto está despenalizado en casos donde las razones sean "importantes". Sin embargo, como el código no especifica cuáles serían las razones consideradas como importantes, la realidad es que en la práctica ninguna mujer es condenada por realizar un aborto, al punto que se conocen casos donde el mismo es realizado incluso durante el séptimo mes de embarazo. Lamentablemente, no es sencillo tener acceso a las estadísticas del país norcoreano, pero en lo que a esta nota refiere, podemos considerar el 2021 como un año donde los derechos de las mujeres de toda la península se han igualado un poco más.
La legislación de Corea del Norte coincide con la de la mayoría de los países socialistas, quienes despenalizaron el aborto durante la primera mitad del siglo XX. El pionero fue la Unión Soviética, en 1920. En la Rusia actual, a pesar de que hace décadas se vienen reforzando los valores más conservadores del cristianismo ortodoxo, el aborto sigue siendo legal, hasta las 12 semanas por voluntad de la mujer, y hasta las 22 semanas en caso de enfermedad grave, viudedad, minoría de edad, pérdida de trabajo o de vivienda, falta de recursos económicos y violación. Lo mismo sucede en todas las ex-repúblicas soviéticas, donde las mujeres cuentan con el apoyo del Estado para interrumpir de manera voluntaria su embarazo: Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Mongolia, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.
¿Qué sucede en los países gobernados por el Partido Comunista? En China el aborto esta despenalizado desde la década de los setenta, pero en la práctica estaba legitimado desde antes pues coincidía con los objetivos de control del crecimiento demográfico, como la bien conocida política de hijo único. En este país es muy sencillo acceder a distintos métodos anticonceptivos, indicando las estadísticas que en 2008 se vendieron unas 10 millones de píldoras abortivas. Por su parte, en la República Democrática de Vietnam es legal desde la década de los sesenta, y pasó a serlo en todo el país desde la unificación en 1975. Dicho esto, en estos países poco a poco comienzan a aparecer nuevos movimientos de feministas jóvenes que, a pesar de los derechos obtenidos a lo largo del último siglo, siguen denunciando el maltrato y la violencia hacia las mujeres.
Un problema común de todos los países donde el aborto está despenalizado es que se realiza de forma selectiva sobre fetos femeninos. Por lo tanto, lo que en un principio era una política destinada a respetar el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo, se está convirtiendo paulatinamente en otra forma de violencia hacia ellas, impidiendo nacimientos porque en su lugar se prefieren bebés varones. Para evitar este tipo de prácticas, los estados están comenzando a prohibir el diagnóstico prenatal del sexo, lo que es muy difícil de evitar, pues es sencillo sobornar al personal médico que, por un poco de dinero, pueden dar a conocer esta información. Esta triste realidad demuestra que la lucha por la igualdad de género debe continuar y reforzarse cada vez más a medida que la práctica del aborto se legaliza. Esperemos que en Corea del Sur, donde hoy hay motivos de sobra para festejar, la situación de las mujeres pueda realmente mejorar.
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