*Por Pablo Jaruf
El pasado 3 de diciembre, Ranjitsinh Disale, un docente de la Escuela Primaria Zilla Parishad, en Paritewadi (Maharashtra), recibió el premio al mejor maestro del mundo. Este reconocimiento es otorgado desde 2015 por la Fundación Vankey y la UNESCO. En la edición de este año compitieron 12 mil docentes de 140 países. El premio incluyó la suma de un millón de dólares que Ranjitsinh Disale, en un acto sin precedentes, decidió compartir con los demás finalistas, entre quienes se contaban docentes de Vietnam, de Corea del Sur y de Malasia.
Paritewadi es una pequeña aldea rural en el estado de Maharashtra, ubicado en el centro-oeste de la India. Como se ve en el video que compartimos a continuación, Ranjitsinh Disale arribó allí en 2009, encontrándose con el edificio de la escuela primaria convertido en un establo para vacas. La extrema necesidad de las familias había obligado a dar la espalda a la educación de sus hijos, quienes trabajaban en el campo codo a codo con sus padres. De manera paciente, debió comenzar a interactuar con las familias, aprendiendo el kannada, el idioma local, integrándose poco a poco con la comunidad. Hoy en día, una década después, la aldea cuenta con una escolarización del 100%, convirtiendo a la escuela en la mejor del distrito.
Uno de sus logros ha sido incorporar herramientas digitales, colocando códigos QR en cada texto de lectura, gracias a lo cual sus estudiantes acceden a contenidos personalizados. De esta manera, niños y niñas aprenden a su propio ritmo, desafiándose a sí mismos/as. Este sistema permitió que, pese al cierre de las escuelas por la pandemia del Covid-19, las clases continuarán de manera virtual. Las posibilidades abiertas por las nuevas plataformas lo ha motivado para reunir en sus clases a jóvenes de distintas partes de la India, Pakistán, Irak, Irán, Israel, Palestina, Estados Unidos y Corea del Norte, con el objetivo de promover el diálogo intercultural y la paz en el mundo.
Un problema central de las escuelas primarias en áreas rurales de la India es que las niñas suelen ser dadas en matrimonio muy jóvenes, como mucho a los doce o trece años, lo que interrumpe su educación. Luego de una fuerte concientización, esta costumbre logró ser modificada en la región, permitiendo que las estudiantes completen sus estudios y puedan proyectar objetivos personales en su vida. Si bien la tradición india de los casamientos infantiles está prohibida por ley y vive un franco retroceso, aún perdura entre las poblaciones más pobres, como un medio para asegurar la subsistencia.
Por último, otro de los logros de Ranjitsinh Disale ha sido el de articular los contenidos curriculares con las actividades de la comunidad, llevando adelante proyectos dedicados a la agricultura y el medioambiente en una región donde son comunes los períodos de sequía. Mucho se ha hablado en las ciencias sociales sobre el campesinado indio, al punto que suele ser considerado como ejemplo de una sociedad estática y poco productiva. No obstante, la situación es tan variada y compleja que se necesitarían varias notas para explicar aún las cuestiones más básicas (tarea que nos agendamos para cumplir a futuro). Mientras tanto, les compartimos novedades sobre las recientes manifestaciones de los campesinos al Noroeste del país, que durante semanas han rodeado la capital en protesta por las nuevas regulaciones agrícolas:
Comentarios
Publicar un comentario