*Por Pablo Jaruf
El pasado viernes 4 de diciembre se estrenó la versión live action de Mulán. En realidad, la película ya había sido estrenada en septiembre en la plataforma Disney+, pero había que pagar la suma de 30 dólares para poder verla. En China se estrenó también en cines, los cuales están abiertos pero con límites bajos de cantidad de espectadores por sala. De todas formas, la mayor parte de los fanáticos esperó hasta el 4 de diciembre, fecha a partir de la cual está disponible sin costos adicionales.
Xinjiang es la provincia más extensa de China, ubicada en el extremo noroccidental del país. En realidad, se trata de un región autónoma, como Tíbet, pero que hace años vive una permanente inmigración de chinos han, procedentes del este, que además obtienen mejores trabajos y beneficios sociales que las poblaciones locales, los cuales en su gran mayoría son uigures de religión islámica. A partir de documentos oficiales del propio gobierno chino y de grabaciones que han recorrido el mundo, se pudo conocer la proliferación de centros de reeducación en toda esta región donde, bajo la excusa de la formación profesional, adoctrinan a la población e incluso la someten a maltratos físicos, al punto que varias mujeres denuncian que han sido esterilizadas a la fuerza. En Internet abundan noticias y videos sobre esta cuestión. Aquí compartimos un informe realizado por el canal de noticias qatarí al Jazeera, publicado hace cinco meses:
La postura del gobierno chino ante tales acusaciones ha sido defender su política en la región, aduciendo que de esta manera disminuyen los altos niveles de conflictividad que se viven allí en las últimas décadas, debido sobre todo por la acción de los fundamentalistas islámicos. La actividad de estos grupos creció de manera exponencial a partir de la década de los noventa, en vinculación con su mayor presencia en otras partes de Asia central, como Afganistán y las ex-repúblicas soviéticas, como Uzbekistán y Tayikistán. Para conocer mejor la visión oficial sobre esta situación, compartimos la primera parte de un video de la agencia CGTN, el canal de noticias de la Televisión Central de China:
Ahora bien, más allá de las acusaciones cruzadas, lo cierto es que parte importante de los uigures de Xinjiang reclaman por su independencia y para esto se sirven de redes creadas en el extranjero, como World Uyghur Congress y la Uyghur American Association. De forma un tanto paradójica, estas reivindicaciones, que hasta hace poco eran desconocidas por el ciudadano de a pie, ahora lograron tener repercusión internacional gracias justamente a la filmación de Mulán. Como muchas veces sucede, es evidente que el gobierno chino parece haber cometido un error no forzado al sugerir esta provincia para filmar allí.
Volviendo a la película, uno de los aspectos más interesantes de la historia es que transcurre durante un período de fuerte fragmentación territorial, posterior a la Dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.), conocido a veces como los Tres Reinos y las Seis Dinastías, o directamente como los Dieciséis Reinos (221-587 d.C.). Al contrario de aquellas visiones que pretenden mostrar una China imperial unificada durante más de dos milenios, lo que se puede ver aquí es un período altamente descentralizado, que bien pudo haber dado lugar a distintos Estados si no hubiera sido porque fueron reunificados a la fuerza por la Dinastía Sui (581-618 d.C.). Estos siglos estuvieron caracterizados por el cosmopolitismo, la introducción del budismo, la migración de chinos han hacia el sur de Asia oriental y la penetración de pueblos nómades túrquicos y de otros emparentados con los mongoles. La historia de Mulán está ambientada en Wei del Norte (386-534 d.C.), cuyos gobernantes venían de Mongolia o de Manchuria y, si bien adoptaron muchas de las costumbres anteriores de los han, utilizaban el título de kan.
Pues bien, todo este contexto se pierde bastante en la versión de Disney, tanto en la animada como en live action, la cual presenta una China casi atemporal donde predominan estereotipos a veces equivocados. Aún así, al prestar atención más a los elementos en común, a las tendencias a largo plazo, sirve para conocer el peso del clan familiar y del culto a los ancestros, un rasgo característico de las familias de Asia oriental. Justamente, Mulán decide enlistarse en el ejército para salvar el honor de su familia, dando inicio así a su aventura.
De todas formas -quizás porque quienes escribimos este blog ya formamos parte de otra generación-, sentimos que todo lo anterior se puede apreciar mejor en la versión animada, donde podemos ver a los ancestros debatir entre ellos, la misión que ordenan al dragoncito Mushu y como éste de manera torpe la arruina a los pocos minutos, dando lugar a escenas cómicas que en el live action casi no tienen lugar. La nueva versión posee un estilo más serio, al punto que no hay ninguna canción, un elemento característico de las películas de Disney, por lo que la mayoría siente que la película perdió así la magia que tenía. Sólo nos queda recordar el siguiente video donde un grupo de niños reproducía el primer momento musical de la cinta:
En resumen, creemos que la mejor manera de disfrutar la película es olvidarse de la versión anterior, imaginando que se trata de algo totalmente nuevo. Mientras tanto, es interesante observar cómo una película sirve para visibilizar un conflicto hasta entonces prácticamente desconocido, lo que esperamos permita a los uigures y otras minorías étnicas recibir un trato igualitario y obtener el reconocimiento de sus derechos políticos.
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